En el día de hoy me gustaría comenzar con una pregunta. ¿Conoce alguien aquí a alguna persona incapacitada? Pensemos en esto unos momentos. Estoy seguro que todos aquí conocemos no una, no dos, pero numerosas personas incapacitadas. Estoy seguro que todos aquí conocemos a muchas personas ciegas. Se que la mayoría de ustedes se están diciendo que no conoce a ninguna persona ciega, pero les digo en el día de hoy que todos conocemos numerosas personas que si están ciegas. Les digo que no solo conocemos a muchas sino que conocemos a tantos que ya no nos damos cuenta de ellos. Nos hemos acostumbrado a su presencia, y no nos luce como algo fuera de lo normal. Busquemos ahora en la Palabra de Dios para que entiendan de lo que les hablo.
Lo primero que quiero que examinemos aquí es la pregunta que le hicieron los discípulos a Jesús referente a este hombre que era ciego de nacimiento. Para tener mejor entendimiento del por qué ellos le hicieron esta pregunta tendremos que conocer la doctrina de los hombres en esos días. Los estudios bíblicos nos revelan que en ese entonces, y en muchas ocasiones hoy en día, una gran mayoría de personas veían las enfermedades o incapacidades como un castigo de Dios.
Los estudios bíblicos nos revelan que Jesús iba pasando por ese lugar y algo de ese hombre le atrajo la atención. Como leímos, no solo Jesús tomo nota de este hombre sino también vimos que Sus discípulos se interesaron por él. Aquí tenemos un ejemplo excelente de lo que nos sucedió a la gran mayoría de nosotros. Digo esto porque estoy casi seguro que en el día cuando a nosotros se nos hablo del Señor, las cosas de Dios eran lo último en lo que estábamos pensando. Al igual que este ciego mendigo estábamos en nuestra rutina diaria, estábamos sufriendo de una ceguera cual es el sufrimiento, la desesperación, la depresión, y todas esas otras cosas que nos atormentan en nuestras vidas. Al igual que el ciego en estos versículos solo esperábamos recibir una limosna, solo esperábamos recibir compasión, pero recibimos mucho más.
Hermanos, la lección que nosotros tenemos que recibir en el día de hoy es que nosotros servimos a un Dios que puede, y utiliza cualquier situación, cualquier momento para que Su poder sea glorificado. Y esto es algo fácilmente encontrado en los estudios bíblicos basados en la sana doctrina.
Los estudios bíblicos nos enseñan que el Señor uso el lodo para abrirle los ojos a este hombre, Él uso el lodo para sanarle. Jesucristo ha usado ese mismo lodo en todas esas personas que han hecho un compromiso con Él. Los estudios bíblicos nos enseñan que Jesucristo se glorifico en nuestras vida y nos abrió los ojos, nos dio la vista para que pudiésemos ver que estábamos en un camino que nos alejaba de Dios. Los estudios bíblicos acerca del Espíritu Santo nos enseñan que el Espíritu Santo nos dio, y da, convicción de nuestros pecados.
Los estudios bíblicos nos revelan que Cristo sano a muchos, pero aquí Él sano a este hombre cual había nacido ciego. Cristo sano a este hombre que había nacido ciego para demostrarnos Su poder en las situaciones más desesperantes y la obra de Su gracia en las almas de los pecadores. Este pobre hombre, este pobre mendigo no podía ver a Cristo, pero Cristo le vio a él. Cuando vivíamos en el mundo nosotros no le veíamos a Él, pero Él si nos vio a nosotros. Cuando vivíamos en el mundo, ciegos a causa del pecado, sucios con la pudrición de las cosas de este mundo, no teníamos esperanza alguna de obtener lo que hoy en día tenemos. Pero, Él escudriño nuestros corazones, Él se glorifico en nuestras dificultades.